27 nov 2017

Déjalo

Este texto lo leí en la Expo por la Diversidad Sexual 2017 en la ciudad de Caracas. Tuve la oportunidad de presenciar la presentación de grandes artistas que se unieron por una sola causa. No puedo expresar lo mucho que conmueve verlos a todos reunidos haciendo del arte algo más, algo importante, un elemento de critica, de reflexión. 

La vida puede ser injusta. Como artistas nosotros podemos embellecerla, pero a veces es mejor expresarla en su más cruda realidad, y usar este nacimiento para el génesis de una revolución. Estaré eternamente agradecido por los coordinadores de la expo que me permitieron ser parte de este movimiento que cada día que pasa convierte corazones y abre mentes. Confío en que llegaremos a al tierra prometida. 

Hasta entonces, a cada persona inculta, a cada hombre ignorante, a cada obtuso que levante su puño en contra de alguien por su orientación sexual, debemos gritarle en un grito amplificado: ¡Déjalo!


Déjalo. La sangre que emana no merece ser separada de su cuerpo. Déjalo, pues con tus azotes no consigues  más que esparcir un veneno. Tu injusticia perturba la naturaleza de lo que somos. Tus rugidos de ira no apañan el canto del deseo. El amor que nos profesamos no cambiará con tu intervención. Déjalo. Su único pecado fue amarme, así como mi único pecado ha sido amarle. Somos víctimas del sentimiento. Déjalo. Sus plañidos serán las partiduras de tu canción de odio. Es una melodía indiscreta que no lleva a ningún lado. Déjalo. Lo sujetas al suelo como a un perro, cuando son tus actos los que se corresponden con un animal. Atacas como el tigre ante el enemigo desconocido, ignorando que la cebra no tiene la culpa de sus franjas. Nadie tiene la culpa de nada. No hay culpa si no hay error, y aquí amar con fervor no puede ser un pecado.

Déjalo. ¿Por qué me hablaste de amar si me pondrías condiciones? ¿Por qué me hablas de libertad cuando es bajo tus reglas? Entiendo que no comprendas lo que va más allá de ti, pero no cabe en mi entendimiento la violencia de tus arremetidas. Lo golpeas con dureza como si te hubiese ofendido, cuando en realidad han sido dulces sus palabras hacía mí. Lo llenas de moretones cuando solo me ha llenado de besos. Lo culpas de haberme hecho cambiar, como si no hubiese sido siempre quien soy, aún ante tus ojos ciegos, aún ante tu ignorancia, aún entre tu decisión de huir de la realidad.

Él y yo somos del mismo sexo; nuestras diferencias recaen en gustos, pero lo que nos hace iguales no es la orientación sexual, sino el lazo que compartimos. Lazo que masticas salvajemente tratando de romperlo, y ante mis ojos lo llenas de sangre, lo desgarras con tus dedos. Conviertes mi sueño en pesadilla. Eres el diablo disfrazado de dios. Déjalo. Sus huesos no aguantarán el peso de tu hipocresía. Déjalo. No rompas los dedos que con cariño me acarician.

Apuestas por mi felicidad sólo si va acorde con la tuya. Tu mente se cierra al igual que tus puños. Rompes la ley apoyándote en una falsa moral. Te resguardas en creencias retrogradas. No te atrevas a decirme que me quieres, cuando solo me quieres si mi compartimiento se adapta a lo que tú quieres. Déjalo. Conozco lo suficiente su voluntad para saber que no va a humillarse, y aunque lo azotes va a levantarse.

Podrás alejarlo de mí, pero jamás me quitarás mi naturaleza. Soy lo que soy y muestro orgullo de serlo. No caeré en tu juego. No aprenderé a odiar. Nadie me lo enseñará. Dedicaré mi vida a aprender a amar, aunque sea lo que tú rechazas. No puedo aceptar que generaciones pasadas sigan influyendo hasta un nivel donde la saliva en tu boca se usa para escupir y no para hablar.Déjalo. Puedo ver como su nariz sangra y siento que es la mía la que sufre. Puedo escuchar como sus huesos crujen. Puedo notar como la vitalidad lo abandona. Todo por querer. Todo por desear. Todo por luchar. No es pecado amar. Quien diga lo contrario es porque jamás ha amado. Déjalo. Te lo suplico. Es un suplicio horrible el que nos haces sufrir. A él le rompes el cuerpo y a mí las ganas de vivir. La sangre llega al suelo y es como ver gotear la esperanza. Su cráneo se desfigura, lo cual es una perdida enorme en una mente tan clara. Perdón, padre, pero deberían ser tus sesos los que se derraman

Déjalo. Por favor. No sé qué hacer para que dejes de patearlo. Grito por dentro y por fuera, pero siento que no es lo suficientemente alto. Muchos han gritado más que yo, mejor que yo, y si no han sido escuchados, no sé por qué pensar que yo lo sería. Pero déjalo, te lo ruego. No le impidas el vuelo. No seas el verdugo. No seas el opresor. Solo te pido una oportunidad para cambiar tu definición del bien y el mal. ¿Cómo puedes pensar que estás bien al notar como tus nudillos enrojecen? ¿Cómo puedes creerte el héroe cuando a nadie haces feliz? No hay argumentos que te favorezcan.

Mis gritos son mudos para ti. Ahora su cuerpo yace inmóvil, de un modo muy diferente a cuando dormíamos en la misma cama. Confesarte mi secreto lo ha llevado a esto. Esta si es la verdadera culpa que puedo sentir. Su cara no la reconozco, pero su espíritu sí. Te has encargado de dejar tu huella, una que jamás se borrará. Te pedí que lo dejaras pero ya no tiene sentido. Su respiración ha cedido. Yo he sucumbido junto con él, aunque no te des cuenta. Pero pronto lo verás, cuando sea yo quien reciba una paliza de parte de algún otro padre disque avergonzado por la sexualidad de su hijo.

Hoy no lo ves, pero mañana seré la víctima como hoy lo ha sido él. Sentirás en tu piel la quemadura del karma. Has contribuido en un círculo que pronto nos destruirá. Hoy nos has separado para siempre, papá.